El mundo es un año diferente desde que escribí “Quiero anudar aquí un ejercicio de mindfulness que me enganche a este principio: tengo la regla, voy escribiendo esto en un coche, me siento feliz de compartir este proyecto contigo. Un bebé ha nacido en alguna parte y está viendo a sus padres por primera vez.” La bebé en cuestión tiene un año y está a puntito de dar sus primeros pasos, mi ciclo menstrual ha dado la vuelta y está casualmente aquí otra vez, en la mesa de mi abuela hay un plato menos y me has tenido que recordar por Whatsapp que aquel ejercicio de mindfulness no me sirvió de mucho: no recordaba que era nuestro aniversario en esta newsletter.
Creo que por mucho que hayan cambiado las cosas este año —como debe ser— nuestras obsesiones siguen siendo las mismas, aunque ahora las desgranemos por aquí. No quiero hacer un balance porque no sé hacerlo, como hablamos en el Bichas #22. - Despropósitos. Pero sí creo que este ejercicio que llevamos haciendo un año y en el que nos acompañan de manera muy activa las personas que están leyendo esto ha puesto de alguna forma una continuidad especial al paso de los meses. Puntos de agarre y enganches, y ejercicios prácticos de escritura y lectura e introspección quincenales que han engarzado mi vida a tu lado y el de las lectoras veintiséis veces en doce meses. No está mal.
Pero nada mal. Siempre he tenido cierta obsesión por los aniversarios y a veces creo que sería mejor que no la tuviera. Pero justo lanzamos la primera Bichas un 29 de febrero, y la huella del bisiesto también me recordó en ese momento que hacía unos cuantos años mi vida había empezado a cambiar para siempre (ojalá ser ricas abajo el trabajo etecé). Han cambiado muchas cosas y también nuestra relación (a mejor). Recuerdo que te dije: «A veces pienso en que hagamos una newsletter», con mi clásico xd posterior que evidencia (a veces) cierta inseguridad. Pensaba que ibas a decir que no porque la vida nos tenía bien atropelladas y a los diez minutos ya tenías una cabecera hecha. Si soy honesta, no la quiero cambiar porque me recuerda a ese momento y me emociona mucho.
No sabíamos adónde íbamos pero sí sabíamos que queríamos escribir sin presiones, sin guías de estilo, sin sentir que íbamos a defraudar a alguien. Un poco revertir los códigos en los que estábamos anquilosadas y dedicar tiempo a un espacio propio pero compartido. Hablar de nuestras movidas, sin saber si a alguien le iba a interesar. Pero nos interesaban a nosotras. Aquí nos hemos contado cosas que no nos habíamos revelado nunca. Hemos volcado dolores viejos y nuevos, viajes, encuentros, duelos, enfados, ilusiones tímidas y alguna indirecta juguetona, que para eso es nuestro espacio.
Creímos que tal vez nos cansaríamos y la vida se nos llevaría por delante. Sin embargo hemos mantenido durante veintiséis ocasiones esos lunes de mensajes que dicen: «Semana de Bichas. ¿De qué escribimos?». Tal vez nos acabemos cansando. Pero, de momento, sigamos escribiendo sin presiones y porque queremos, que se está a gustito así.
Creo que uno de los aprendizajes de este año conjunto en Bichas ha sido fluir y ceder el control, o quizás hemos aprendido a tomarlo a cuatro manos. Entre las dos parece que distribuimos la carga, parece que dejándole a la otra la mitad de la nuestra, de alguna forma no matemática, se reparte el peso. Compartir este espacio entre las dos y con las lectoras, y como dices sin presiones creativas, ni estilísticas, ni temáticas ha sido liberador.
A mí siempre me sorprende que muchas veces este tipo de relato introspectivo y que parece absolutamente singular e intransferible sea un punto de conexión con las demás. Pero con este proyectito, otra de las lecciones ha sido esa: que no hay nada demasiado personal que otra persona no pueda escuchar y ayudar a racionalizar, expresar o sobrellevar. Todo merece su espacio y como dices, hasta que nos cansemos, aquí seguirá.
No queríamos redundar más en este pequeño auto-homenaje que nos dedicamos por llevar un año trabajando en estos pedacitos de nosotras para que podáis leernos si queréis. Desde mi prisma, ojalá un año 2 y ojalá nos encuentre en mejores condiciones, materiales y de espíritu, porque ya se sabe que son condiciones ideales para poder seguir escribiendo por placer. Así que hasta entonces (y hasta dentro de dos jueves), os recordamos algunas cositas:
Tenemos una página de Ko-Fi donde podéis apoyar nuestras idas de olla que proyectamos para el futuro (ojalá las Bichas en papel).
También rula por ahí nuestra playlist con las canciones que han tejido parte de estas publicaciones (si os habéis quedado sin spoti pirata, mandadme un mensajito).
Nos encantan vuestros comentarios aunque no siempre respondamos (perdón). Así que GRACIAS. Sois las mejores.
Después de este Año 1 y de este momento de spam, vuelvo a nuestra primera newsletter e imito ese registrar el momento presente: estoy sentada en la misma silla pero en un piso diferente, mi gata duerme pegada a mi pecho y apoyada en mi muñeca derecha mientras tecleo, llevo la misma sudadera que entonces, me duele mucho el cuello y estoy cansada. Ya tengo ganas de escribir la siguiente.
Estas semanas a estas BICHAS les ha dejado huella…
Una imagen. Una frase. Un texto. Por partida doble, claro.
A veces para ver unos ojitos de cariño es necesario que la foto esté un poco borrosa: esta foto de mi gata creo que captura uno de esos momentos mágicos en que los animales nos miran con una mirada que normalmente solo atribuimos a los humanos.
Trabajar con (y para) adolescentes es una cosa. Ahoga tus penas, profe.
«Hay ciertas ficciones que es necesario habitar para sobrevivir (…) La literatura ayuda a trampear la vida.» Es una frase de la entrevista en El Salto a Mar García Puig, que acaba de publicar un ensayo llamado ‘Esta cosa de tinieblas’ sobre la metáfora y la necesidad de la complejidad en la sociedad actual.
«Históricamente, el discurso de la ausencia lo pronuncia la Mujer: la Mujer es sedentaria, el Hombre es cazador, viajero; la Mujer es fiel (espera), el Hombre es rondador (navega, rúa). Es la Mujer quien da forma a la ausencia, quien elabora su ficción, puesto que tiene el tiempo para ello». Esto de Roland Barthes sobre que las mujeres elaboramos las ficciones de la ausencia me tiene bastante loqui desde que escuché el episodio de Punzadas Sonoras «¿Estoy enamorado? — Sí, porque espero» (la cita es de Fragmentos de un discurso amoroso).
Las bichas tenemos pendiente un texto sobre adolescencia, por muy complicado que nos resulte. Aquí tenéis el tríptico de Irene Matencio, unos textos conjuntos con imágenes que los acompañan. Irene, como siempre, certera.
«A muchos españoles aún les cuesta asumir el importante papel que tuvieron sus ciudadanos e instituciones en la trata y explotación de personas esclavizadas. Esto no quita que la esclavitud haya dejado profundas huellas culturales, económicas y sociales en la España moderna». Una entrevista a Aurélie Vialette y Akiko Tsuchiya, autoras de Cultural Legacies of Slavery in Modern Spain (2025) (Los legados culturales de la esclavitud en la España moderna). Me hizo reflexionar cuando la leí, y eso que eran las siete de la mañana.
Tenemos una playlist donde vamos añadiendo todas las canciones que mencionamos. También las que colamos a lo somardas. Puedes marujearla aquí.
Feliz aniversario, crackas. Un año de leeros y llorar de emoción, de sonrisas arrancadas antes vuestras líneas, de sentirme entendida, de saber que cuento con vosotras, como lo sabe este humilde rebañito bichil. A por el segundo!
Llevo siglos sin poneros un comentario como está mandado, porque el maldito 2024 ha extendido su epílogo hasta hace apenas unas semanas, así que la efeméride es un momento excelente para volver a hacerlo.
Al igual que cierta bicha, pienso en los aniversarios con más frecuencia e importancia de la que quizás debería, pero es irremediable mirar atrás y ver dónde estaba la vida hace doce meses. Empezando un trabajo, acortando una nueva distancia en tren cada fin de semana, comenzando (para bien y para mal) la vida que tengo ahora. Un año con vosotras arriba y abajo, en la lejanía y en la proximidad, por videollamada o audio o leyéndoos volcar vuestros pensamientos y permitiéndonos el lujo de hablar con vosotras sobre ellos.
Por más años de Bichas y más años de vosotras, amigas. Como os dije la primera vez (y la segunda, y la tercera, y...), os admiro y os quiero. Nos leemos y nos vemos.