El abandono de mi creencia religiosa, si alguna vez dejó un vacío, ya no lo siento así (a pesar de que la viví hasta pasada la confirmación), pero en lo tocante a esos otros matices del verbo "creer" me he vuelto un experto este maldito año. Y no siempre para bien. La oscilación constante entre la esperanza y la decepción, entre el plan y el cambio repentino, entre (por qué no decirlo) creer que puedo ser feliz y dejar de serlo ha definido mi 2024 y ha reforzado el caparazón de la ansiedad. La alerta constante. El no confiar, ni siquiera en lo que sé que es bueno, anticipándome a algo que puede que esté mal. Hablo mucho con vosotras de no obrar desde el miedo, y aunque me duele cuando lo veo en las demás no reparo en cuánto puede impactar cuando yo actúo así. De nuevo, "working on it", aprendiendo a dejarme caer de espaldas sabiendo que quienes me quieren están ahí, sin dejar de hablar de lo que me preocupa.
Gracias, Bichas, por otra newsletter tan interesante. Esperaba la de esta semana, porque sabía que hoy iba a tener un día de transporte en transporte en el que podría dedicarle un rato a leer alguna pieza. Sabiendo que hoy "tocaba", elegí esta.
Y, cómo son las cosas, en esta ocasión es un tema al que yo también le he dado vueltas esta semana. He estado en una misa por el aniversario de la muerte de un familiar y me he sentido, por una parte, ajeno (nunca he sido yo muy cristiano, la verdad) y por otra parte con una mezcla de agradecido y envidioso de las personas que encuentran consuelo en entregar parte de su día y sus cavilaciones a algo que no saben siquiera si está ahí. Yo no he terminado de encontrar una solución que me convenza a este respecto, y lo miro con una curiosidad casi antropológica. Ojalá poder sentirlo.
Pero sí estoy en esas otras creencias que mencionáis. En ese contexto, creer es confiar, y yo creo en mi pareja, en un pequeño grupo de amistades y de compañeros/as de trabajo. Y me gusta saber que otras personas también confían en mi. Eso sí lo percibo, me gusta y lo agradezco. Estos últimos años también estoy aprendiendo a ser visto como modelo por otras personas y aunque es algo que me resulta muy raro (estuve a punto de comprarme una camiseta que ponía "no me sigas, yo también estoy perdido"), creo que forma parte de la vida y de hacerse viejo.
Gracias por vuestra compañía una semana más. Os leo en la próxima.
Creo en la supremacía de Bichas y soy una fiel adecta a su secta.
Amén
Me uní hace poco y solo he leído los más recientes, pero este es uno de los que más me ha gustado y resonado. ¡Bravo!
El abandono de mi creencia religiosa, si alguna vez dejó un vacío, ya no lo siento así (a pesar de que la viví hasta pasada la confirmación), pero en lo tocante a esos otros matices del verbo "creer" me he vuelto un experto este maldito año. Y no siempre para bien. La oscilación constante entre la esperanza y la decepción, entre el plan y el cambio repentino, entre (por qué no decirlo) creer que puedo ser feliz y dejar de serlo ha definido mi 2024 y ha reforzado el caparazón de la ansiedad. La alerta constante. El no confiar, ni siquiera en lo que sé que es bueno, anticipándome a algo que puede que esté mal. Hablo mucho con vosotras de no obrar desde el miedo, y aunque me duele cuando lo veo en las demás no reparo en cuánto puede impactar cuando yo actúo así. De nuevo, "working on it", aprendiendo a dejarme caer de espaldas sabiendo que quienes me quieren están ahí, sin dejar de hablar de lo que me preocupa.
Por eso la canción que os traigo, vieja conocida de una de las Bichas, es Frío Frío, de Niños del Cerro. Algún día lograré aplicarme ese "si este es tu dolor, cuídalo mejor; ven, hagamos algo bueno de una vez". https://open.spotify.com/track/34VyiJzd5rGg9mZIohGQMg?si=naKDP6eXTGOS0TVKsT4aOw
Os quiero, bichitas
Vosotras nos hacéis creer cada semana un poco más en la humanidad.
Nuestra misa quincenal, así sí.
Gracias, Bichas, por otra newsletter tan interesante. Esperaba la de esta semana, porque sabía que hoy iba a tener un día de transporte en transporte en el que podría dedicarle un rato a leer alguna pieza. Sabiendo que hoy "tocaba", elegí esta.
Y, cómo son las cosas, en esta ocasión es un tema al que yo también le he dado vueltas esta semana. He estado en una misa por el aniversario de la muerte de un familiar y me he sentido, por una parte, ajeno (nunca he sido yo muy cristiano, la verdad) y por otra parte con una mezcla de agradecido y envidioso de las personas que encuentran consuelo en entregar parte de su día y sus cavilaciones a algo que no saben siquiera si está ahí. Yo no he terminado de encontrar una solución que me convenza a este respecto, y lo miro con una curiosidad casi antropológica. Ojalá poder sentirlo.
Pero sí estoy en esas otras creencias que mencionáis. En ese contexto, creer es confiar, y yo creo en mi pareja, en un pequeño grupo de amistades y de compañeros/as de trabajo. Y me gusta saber que otras personas también confían en mi. Eso sí lo percibo, me gusta y lo agradezco. Estos últimos años también estoy aprendiendo a ser visto como modelo por otras personas y aunque es algo que me resulta muy raro (estuve a punto de comprarme una camiseta que ponía "no me sigas, yo también estoy perdido"), creo que forma parte de la vida y de hacerse viejo.
Gracias por vuestra compañía una semana más. Os leo en la próxima.