Una newsletter tan estupenda como incómoda la que os marcastéis en el número 15, Bichas.
En mi entorno he sentido esa sensación de competición de la que habláis, así de manera general, por ejemplo en el laboral, pero también he podido entrever esa rivalidad por ser "la mujer" en algo y me he encontrado leyéndoos asintiendo con la cabeza todo el rato. Hay mucho camino que recorrer como Sociedad en esto y cosas como esta newsletter dialogada demuestra que hay que esforzarse por quitarse estos automatismos de nuestras cabezas.
Esta newsletter me la guardo, porque creo que merece la pena volver sobre ella de cuando en cuando.
Ayer quise escribir, pero no pude. Tras leeros, leí a Mateo, después me limité a recordar lo que habíais compartido unas y otro, apretando fuerte los labios y el pecho. Todavía me cuesta dar forma a la nebulosa emocional que recorre mi cabeza, pero sí puedo decir que agradezco el ejercicio de sinceridad y generosidad de este texto; no todos los días tenemos la suerte de asomarnos así a una conversación cómplice, vulnerable, potente y necesaria. Las Bichas más bichotas que nunca.
Normalmente aquí vendría una parrafada en la que, leyéndoos, me leo a mí mismo y después me relato, pero no es lo que quiero hacer ahora. No porque no empatice, conecte, me remueva o me reconozca en vuestras palabras, sino porque no quiero hablar de mí sino de vosotras.
Siempre he pensado en vosotras como referentes, ejemplos a sentir, sólidas y afianzadas en paralelo. Quizá sea porque mi relación con vosotras nació de la admiración (al fin y al cabo, gracias a vosotras he podido compartir y habitar espacios que ahora considero más míos, en lo profesional y en lo personal) o quizá porque, como hombre, no tengo engranado en mi socialización la competencia inculcada a las mujeres, pero en aquel entonces os veía unidas en esa misma imagen de confianza y sabiduría. "Estas son las personas a las que me quiero parecer" empezó como una meta profesional y acabó derivando en dos de las amistades más importantes de mi vida.
Cuando os leo desgranar con vulnerabilidad quirúrgica esta competición muda y nunca deseada, comprendo cómo la perspectiva masculina puede resbalar con mucha facilidad sobre estas dinámicas, pero me siento feliz de que la conclusión sea esa frase que tanto he repetido y tanto asocio a vosotras: juntas somos más fuertes.
Cierro con una recomendación musical algo cabrona, pero innegablemente adecuada: Jo Competeixo, de Manel. "Yo compito." Os admiro, os quiero y os repetiré mil veces la suerte que tengo y tenemos de que existáis.
Una newsletter tan estupenda como incómoda la que os marcastéis en el número 15, Bichas.
En mi entorno he sentido esa sensación de competición de la que habláis, así de manera general, por ejemplo en el laboral, pero también he podido entrever esa rivalidad por ser "la mujer" en algo y me he encontrado leyéndoos asintiendo con la cabeza todo el rato. Hay mucho camino que recorrer como Sociedad en esto y cosas como esta newsletter dialogada demuestra que hay que esforzarse por quitarse estos automatismos de nuestras cabezas.
Esta newsletter me la guardo, porque creo que merece la pena volver sobre ella de cuando en cuando.
Ayer quise escribir, pero no pude. Tras leeros, leí a Mateo, después me limité a recordar lo que habíais compartido unas y otro, apretando fuerte los labios y el pecho. Todavía me cuesta dar forma a la nebulosa emocional que recorre mi cabeza, pero sí puedo decir que agradezco el ejercicio de sinceridad y generosidad de este texto; no todos los días tenemos la suerte de asomarnos así a una conversación cómplice, vulnerable, potente y necesaria. Las Bichas más bichotas que nunca.
Normalmente aquí vendría una parrafada en la que, leyéndoos, me leo a mí mismo y después me relato, pero no es lo que quiero hacer ahora. No porque no empatice, conecte, me remueva o me reconozca en vuestras palabras, sino porque no quiero hablar de mí sino de vosotras.
Siempre he pensado en vosotras como referentes, ejemplos a sentir, sólidas y afianzadas en paralelo. Quizá sea porque mi relación con vosotras nació de la admiración (al fin y al cabo, gracias a vosotras he podido compartir y habitar espacios que ahora considero más míos, en lo profesional y en lo personal) o quizá porque, como hombre, no tengo engranado en mi socialización la competencia inculcada a las mujeres, pero en aquel entonces os veía unidas en esa misma imagen de confianza y sabiduría. "Estas son las personas a las que me quiero parecer" empezó como una meta profesional y acabó derivando en dos de las amistades más importantes de mi vida.
Cuando os leo desgranar con vulnerabilidad quirúrgica esta competición muda y nunca deseada, comprendo cómo la perspectiva masculina puede resbalar con mucha facilidad sobre estas dinámicas, pero me siento feliz de que la conclusión sea esa frase que tanto he repetido y tanto asocio a vosotras: juntas somos más fuertes.
Cierro con una recomendación musical algo cabrona, pero innegablemente adecuada: Jo Competeixo, de Manel. "Yo compito." Os admiro, os quiero y os repetiré mil veces la suerte que tengo y tenemos de que existáis.
https://open.spotify.com/track/5NSR9uH0YeDo67gMiEv13n?si=jJaOSwM3SDSaAcuuPmW20w