Venía aquí a escribir pensando durante los pocos metros que tiene mi pasillo que este es un concepto peliaguado. No lo hago nunca, pero he consultado el reino de los señoros (la RAE) y la primera definición que dan de esta palabra es la siguiente: Obligación contraída. Pim, pam, de primeras surge un vocablo que a nosotras nos trae siempre un poco de cabeza: OBLIGACIÓN.
Antes de seguir, os comparto otra que también me ha fascinado:
Ya más allá de esta consulta fruto de la poca pila mental que luzco en este lunes, en realidad puedo conectarlo con esa dificultad para definir esta palabra que comentaba al principio. Dificultad no en su definición per se, sino más bien en lo que significa para mí esta concepción. Creo que ha evolucionado y sigue en ello. Al principio, la asociaba a estructuras que ahora veo más oscuras y que tienen su semilla bien plantada en el patriarcado y en uno de sus instrumentos claves (disney). Pero pienso que ahora la siento de manera distinta, de una forma más luminosa y, aunque esto ha surgido esta semana porque cuando leáis esto estaré de camino a firmar como testigo en la boda de mi hermano, tampoco la asocio a esta dinámica.
Sin embargo, voy a dejarte a ti el guante. No quiero sugestionarte, y me interesa muchísimo (como siempre) lo que tú tengas que decir.
No puedo ayudarte demasiado a buscarle la buena vuelta al compromiso. He mirado yo también la Real Academia de los Señoros y la única acepción que no hace que se me dispare el pulso es con un «sin». Creo que es una palabra marcada negativamente para aquellas que no tenemos un compromiso matrimonial (ni aspiramos a tenerlo), porque creo que al compromiso en positivo lo llamamos de otra forma: un acuerdo, un pacto o una promesa.
El compromiso siempre me suena forzado: me siento comprometida con aquellos aspectos de mi vida que sé que no puedo cambiar por muy poco que me gusten: saludar con dos besos a ciertos familiares en reuniones absurdas, ir al médico a que me hagan un análisis, hacer la declaración de la renta. Me comprometo a ir (quiere decir que me obligo a ir). Me comprometo a tenerlo para mañana (haré horas extras para cumplir con tus plazos). Me comprometo contigo (no tendría por qué tener que hacerlo para demostrar nada pero quizás necesito hacerlo por cuestiones burocráticas).
Quizás simplemente soy Acuario y crecí viendo demasiado Sexo en Nueva York, o quizás no confío en mí misma como para comprometerme a nada. Sueno absolutamente terrible, ¿no? ¿Pero estamos preparadas para encontrar un significado al compromiso que no nos haga sentirnos ahogadas?
Yo creo que la clave es despojar al concepto del sentido burocrático y pesado como una losa al que va unido, y que en gran parte viene de la religión (qué sorpresa dios mío). Pero tú sí concuerdas con esa definición que conecta con la obligación, y me parece curioso. En esa evolución que antes mencionaba, creo que he conseguido (sin pretenderlo) que para mí la palabra se vuelva ligera, casi transparente. Quizás es fruto de ir contra la norma por bandera y condena, pero a mí pensar en el compromiso no me lleva a discurrir sobre deberes y responsabilidades. Y no digo que no tenga compromisos de ese tipo, porque también los tengo; tal vez he conseguido apartarlos de esta palabra. No lo sé.
Yo asocio más el compromiso a la fidelidad. Y, de nuevo, no estoy hablando en términos cristianos, sino en los míos propios, en esos que pasan por unirme con una persona a la que no quiero fallar nunca, a la que solo quiero cuidar de la misma manera que quiero que me cuiden a mí. Por ejemplo, yo me siento comprometida contigo; pero no hay ningún deber en todos los fines de semana que arañamos para vernos, tampoco en los mensajes que dejamos sin responder porque las dos vamos hasta arriba, ni en las conversaciones difíciles que abordamos. Lo asocio más con esa lealtad que anida dentro de manera natural, como un núcleo calentito y palpitante que irradia el calor que me mantiene viva.
O quizás estoy totalmente delulu porque esta semana me está pasando por encima. De todas formas, sea como sea, si cualquiera de estos significados te ahoga no pasa nada: buscamos otro concepto, otra palabra, otro motivo. Para eso somos las dueñas de este tinglado.
Al final, aquí entran todos los matices del mundo a pesar incluso de que estamos hablando de la misma palabra con las mismas acepciones en el diccionario, del mismo concepto en teoría y posiblemente en práctica: siento esa fidelidad de la que tu hablas, ese hilo rojo que nos une incluso cuando no estamos hablando, ese pensamiento siempre ahí aunque sea en segundo plano sobre ti y tu vida, pero yo nunca lo describiré como un compromiso.
Imagino que los pactos no escritos de la amistad me suenan más mágicos de lo que la palabra compromiso puede contener. Pero esto es ya ponerse absolutamente repipi con el lenguaje y no es necesario: me comprometo con la propia palabra a tratarla un poco mejor.
Estas semanas a estas BICHAS les ha dejado huella…
Una imagen. Una frase. Un texto. Por partida doble, claro.
No es la primera vez que aquí aparece una imagen seleccionada por @bajonasso. Esta es del cómic Flight, de Kuniko Tsurita, y en otro momento me habría podido poner triste pero ahora no es así. Simplemente la miro y estoy de acuerdo: a veces solo necesitamos tumbarnos, existir y nada más.
Esta imagen de Truisms de la artista neo-conceptual Jenny Holzer, que empapeló Nueva York durante años con frases lapidarias, escritas o proyectadas en cualquier lugar. Esta me parece evocadora y terrorífica: «Saborea la amabilidad porque siempre hay tiempo para la crueldad.»
«Solo admitimos gente con muchos lunes detrás», una barra que viene de El Puerto De Lisboa de Agreda, a quien vi un poquito el sábado en directo, uno de esos momentos en los que recuerdo por qué me gusta tanto la música en general y la música en directo en concreto.
«En realidad la mejor campaña de márketing de la historia es que, durante EONES, los hombres se han salido con la suya al llamar a las mujeres el género más emocional porque han rebautizado la ira como una No-Emoción.» Esta frase que Claire Willet publicó en Bluesky a la que no puedo añadir mucho más.
«Me parece muy valiente y muy empoderador ejercer la vulnerabilidad, exponerse ante la otra; me da mucha más fuerza revelarme vulnerable que fingir algo que no soy.» Este texto, La vulnerabilidad y la tierra encima de Iris César Del Amo, no dice nada que no piense desde hace tiempo. Pero me gusta pararme y leerlo de vez en cuando, un poco como en la imagen que os dejaba un poquito más arriba.
«Poco escribimos sobre la amistad. Sobre ese amor que viene lleno de paz, sobre ese atestiguar una vida sin querer cambiarla.» Viene muy a cuento este texto de Haya Romero, conversaciones absurdas.
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Da qué pensar. Del "tengo un compromiso" con lo negativo que me evoca, a cómo entiendo otro tipo de compromiso hoy en día, como la amistad, la relación de pareja, que en verdad es amistad también, comprometerse con una actividad (el bichas por ejemplo hehe), un trabajo durante un tiempo, un proyecto... Gracias por recordarnos el poder de resignificar las palabras, y de que hablar y compartir nuestros significados, libera. La real academia de los señoros jajaja deberían comprometerse a señorear menos.